En un rincón perdido del mar vivía feliz un banco de pececillos. Eran todos rojos. Solo uno de ellos era tan negro como la concha de un mejillón. Nadaba más rápido que sus hermanos y hermanas. Se llamaba Nadarín.
La historia de Nadarín nos invita a pensar: el valor de la diferencia, el respeto, superación de los miedos, la fuerza de voluntad, cooperación, trabajo en equipo y el esfuerzo.
Y un mensaje para los lectores: la unión hace la fuerza.
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